Camino Inca a Machu Picchu

El Camino Inca a Machu Picchu, también conocido como Red caminera del Tahuantinsuyo a Machu Picchu, es un sendero de excursión en Perú que finaliza en la emblemática ciudadela de Machu Picchu. Conformado por tres rutas superpuestas: Mollepata, Clásico y Un Día. Mollepata destaca como la más extensa, con el punto de paso más elevado en el puerto de montaña y una intersección con la ruta clásica antes de atravesar Warmiwañusqa, conocida como «mujer muerta».

Ubicado en la majestuosa cordillera de los Andes, el camino atraviesa diversos paisajes andinos, desde bosques nubosos hasta la tundra alpina. A lo largo de la ruta se encuentran asentamientos, túneles y numerosas ruinas incas, culminando en la Puerta del Sol en la montaña de Machu Picchu. Las dos rutas principales exigen ascender a más de 4200 metros sobre el nivel del mar, lo que puede ocasionar el mal de altura.

La preocupación por la erosión debido al uso excesivo ha llevado al Gobierno peruano a establecer un límite en el número de visitantes por temporada, restringiendo las compañías que pueden brindar servicios de guía. Por ende, se requiere reserva previa, admitiendo un máximo de 500 personas diarias en el sendero, de las cuales solo 200 son caminantes, mientras que el resto son guías y porteadores. Como resultado, la temporada alta se agota rápidamente. Cabe destacar que el sendero se cierra cada febrero para realizar labores de limpieza.

En cuanto a su historia, el Camino del Inca, o Capaq Ñan, es uno de los tramos más emblemáticos y solicitados del mundo, construido por el emperador Inca Pachacutec, quien gobernaba el imperio Inca en esa época. Este sistema de gran longitud conecta la Ciudad Imperial del Cusco con Machu Picchu.

La mejor temporada para emprender este viaje es durante la temporada alta, que va de mayo a diciembre, conocida como la estación seca o de cosecha en la sierra peruana, debido a la ausencia de lluvias.

Caminata Lares

La caminata Lares, también conocida como Lares trek, se encuentra en la región de Cusco, Perú, iniciando cerca del pintoresco pueblo de Lares, aproximadamente a 64 kilómetros al norte de Cusco y a 56 kilómetros al este de Machu Picchu. Este trekking de dos a tres días atraviesa el valle de Lares, situado al este de la cordillera montañosa Urubamba, y parte del reconocido Valle Sagrado. Para llegar al punto de partida, se requiere un viaje de unas 5 horas en colectivo o camioneta desde el pueblo de Lares, adentrándose en las típicas áreas andinas montañosas de Perú.

El valle de Lares, hogar de hábiles tejedores y granjeros, es conocido por sus tejidos hechos a mano y su rica cultura. Los habitantes de esta región son bilingües, hablando quechua y español, y siempre están dispuestos a compartir sus conocimientos y habilidades en tejido. El Lares trek, siendo uno de los principales senderos alternativos hacia Machu Picchu, ofrece una experiencia auténtica y menos transitada que el famoso Camino del Inca, siendo ligeramente más corto pero más elevado.

El Lares trek presenta diferentes itinerarios de ruta, siendo menos conocido y más tranquilo que el Camino del Inca. Aunque cuenta con tres pasos de montaña, siendo el más alto a 4400 metros de altura, es considerado más fácil en comparación. La ruta clásica del Lares trek, de 33 kilómetros, se realiza en tres días, con un día adicional para llegar a Machu Picchu.

Los caminantes parten desde Cusco a las 6:00 de la mañana, dirigiéndose hacia Calca, ubicada a 2928 metros de altura, para desayunar, y luego continúan hacia el norte por tres horas más hasta llegar a Lares, conocido por sus aguas termales. Desde allí, se camina durante aproximadamente 5 horas hasta llegar al primer campamento en Huacahuasi, a 3750 metros sobre el nivel del mar, un pueblo tradicional de tejedores donde los visitantes pueden experimentar el arte del tejido. El segundo día implica atravesar el paso de Ipsaycocha, el punto más alto del camino a 4450 metros, donde se puede acampar cerca del lago homónimo. El último día es de descenso, pasando por pueblos como Patacancha y Huilloc, hasta llegar a Ollantaytambo, desde donde se toma el tren hacia Aguas Calientes para pasar la noche antes de visitar Machu Picchu al día siguiente.

Existen varias rutas alternativas, incluyendo opciones para hospedarse con familias locales en lugar de acampar, lo que añade una dimensión más íntima a la experiencia del viaje.

Descripción de Machu Picchu

Machu Picchu, ubicada en las montañas de los Andes peruanos, es un complejo arqueológico extenso y bien organizado. Con una área edificada de 530 metros de largo por 200 de ancho y al menos 172 recintos, está dividida en dos grandes zonas: la agrícola, al sur, compuesta por terrazas de cultivo, y la zona urbana, donde vivían y realizaban actividades los habitantes.

En la zona agrícola, los andenes (terrazas de cultivo) se destacan por su diseño escalonado, construido con muros de piedra y relleno para facilitar el drenaje. Además, se encuentran grandes construcciones utilizadas como almacenes y conjuntos de andenes concéntricos y rectos.

La zona urbana está dividida por un largo muro paralelo a un foso y una escalinata. Los arqueólogos la han dividido en grupos de edificios numerados del 1 al 18, reflejando la tradicional división de la sociedad andina. Destacan el Templo del Sol, la Residencia Real y la Plaza Sagrada, donde se realizaban rituales importantes.

En el sector hanan (alto) se encuentran estructuras como el Templo del Sol, el Templo Principal y la Pirámide Intihuatana. Mientras que en el sector hurin (bajo) se ubican la Roca Sagrada, el Grupo de las Tres Portadas y el Grupo de los Morteros.

La ingeniería hidráulica y de suelos fue crucial para la preservación de Machu Picchu, con un sistema de drenaje sofisticado para evitar el deterioro por la lluvia. Además, la orientación de las construcciones muestra consideraciones astronómicas y rituales, evidenciando una planificación meticulosa.

La arquitectura de Machu Picchu se caracteriza por el uso de granito en construcciones rectangulares, con muros de piedra unida con mortero de barro o finamente labrados. Las techumbres, aunque no se conservan, se cree que eran a dos o cuatro aguas, cubiertas con paja.

Los alrededores de Machu Picchu están conectados por caminos incaicos que formaban parte de una red de comunicación en el Imperio Incaico. Actualmente, estos caminos permiten el acceso a otros complejos incaicos cercanos y son populares entre los visitantes que desean explorar la región.

Historia de Machu Picchu

La región de Machu Picchu, situada entre los Andes y la selva amazónica, fue colonizada por comunidades andinas que buscaban expandir sus tierras agrícolas desde las regiones de Vilcabamba y el Valle Sagrado en Cuzco. La evidencia arqueológica muestra que la agricultura se practicaba en la zona desde el 760 a.C. A partir del año 900 de nuestra era, se observa un aumento demográfico, posiblemente relacionado con la etnia Tampu del Urubamba. Durante la época incaica, específicamente desde 1475 hasta 1534, Machu Picchu fue conquistada por Pachacútec, quien ordenó la construcción de un complejo urbano hacia el año 1450. La población, compuesta principalmente por una élite y acllas, dependía de esclavos mitimaes para la agricultura.

La comunicación intrarregional se facilitaba a través de la red de caminos incaicos, con ocho rutas que llegaban a Machu Picchu. La ciudad dependía de centros administrativos cercanos, como Patallacta y Quente Marca, para su alimentación, ya que sus campos agrícolas no eran suficientes para abastecer a la población. Tras la muerte de Pachacútec, la ciudad perdió parte de su importancia, y la apertura de rutas más seguras redujo su tráfico.

Durante la época de transición, entre 1534 y 1572, la guerra civil incaica y la llegada de los españoles afectaron la vida en Machu Picchu. La resistencia incaica llevó a la integración de los nobles locales en la corte exiliada de Vilcabamba. Documentos de la época indican que la región estaba poco poblada en ese momento, pero aún era considerada parte de la encomienda española de Ollantaytambo.

En los siglos siguientes, Machu Picchu quedó dentro de la jurisdicción de diferentes haciendas, pero su ubicación remota hizo que fuera ignorada por el gobierno virreinal. Sin embargo, algunos documentos mencionan la zona como tierras de interés agrícola. Durante el siglo XIX, la región comenzó a recibir visitantes, incluyendo al naturalista italiano Antonio Raimondi y al empresario alemán Augusto Berns.

El redescubrimiento de Machu Picchu ocurrió entre 1894 y 1911, cuando Agustín Lizárraga, seguido por Hiram Bingham, exploraron las ruinas. Bingham lideró excavaciones arqueológicas entre 1912 y 1915, revelando la importancia del sitio. A lo largo del siglo XX, Machu Picchu se convirtió en un importante destino turístico, aunque el interés inicial se centró más en su explotación que en su conservación. En años más recientes, se han implementado medidas para proteger el sitio y su entorno, aunque desafíos como la restauración inapropiada y conflictos políticos locales han persistido.

Machu Picchu

Machu Picchu, conocido en quechua como Machu Pikchu que significa ‘monte o pico viejo’, es un antiguo poblado incaico ubicado en la cordillera Oriental del sur de Perú, a 2430 metros sobre el nivel del mar en el departamento del Cusco. Se encuentra específicamente en el Valle Sagrado de los Incas, a 80 kilómetros al noroeste de la ciudad del Cusco, rodeado por el río Urubamba en un cañón de clima tropical de montaña. Este sitio forma parte de un área de conservación arqueológica y ecológica del mismo nombre, aunque se cree que originalmente pudo haber sido llamado Llaqtapata o Patallaqta.

Construido antes del siglo XV, Machu Picchu ha sido objeto de debate sobre su propósito original. Documentos del siglo XVI sugieren que tenía un carácter privado, pero la presencia de estructuras ceremoniales y su posible uso como santuario religioso indican un origen anterior a Pachacútec, el posible constructor inca. A pesar de las discusiones sobre su función militar, se considera una obra maestra de la arquitectura e ingeniería incaicas, con características paisajísticas únicas. Su aura de misterio y su reconocimiento como una de las siete maravillas del mundo moderno lo han convertido en un destino turístico famoso.

La arquitectura de Machu Picchu sigue el estilo inca clásico, con paredes de piedra seca pulida, destacando estructuras como el Intihuatana, el Templo del Sol y el Templo de las Tres Ventanas. Aunque la mayoría de los edificios periféricos han sido reconstruidos, conserva su esencia original. Designado como Santuario Histórico Peruano en 1981 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1983, Machu Picchu recibió el honor de ser una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno en 2007.

En términos de acceso, Machu Picchu puede alcanzarse a través de caminos post-incaicos o utilizando la carretera Hiram Bingham desde el pueblo de Aguas Calientes. No existe una carretera directa al santuario, lo que controla el flujo de visitantes, aunque ha llevado a un crecimiento turístico desordenado en Aguas Calientes. La caminata por el principal camino incaico lleva tres días desde el km 82 de la vía férrea Cusco-Aguas Calientes. El clima en la zona es cálido durante el día y fresco por la noche, con fuertes lluvias entre noviembre y marzo.

Geográficamente, Machu Picchu se asienta sobre el batolito de Vilcabamba, una formación rocosa compuesta principalmente por granito blanco a grisáceo, cortado por fallas y diaclasas que han influido en su relieve actual. Este sitio, rodeado por las montañas Machu Picchu y Huayna Picchu, forma parte del Santuario Histórico de Machu Picchu, protegiendo tanto su riqueza arqueológica como natural.

Puente de los Suspiros

El Puente de los Suspiros se erige majestuoso en el distrito limeño de Barranco, Perú, como un icónico paso elevado peatonal de madera. Situado en un punto estratégico, este lugar encarna la historia y la tradición del distrito, siendo un sitio de encuentro emblemático para parejas enamoradas.

Originalmente, el puente medía 44 metros de largo, pero tras su devastación por un incendio provocado durante la invasión chilena en enero de 1881, fue reconstruido con una longitud reducida a 33 metros. A pesar de ello, conserva las dimensiones originales de 3 metros de ancho y 8.5 metros de altura. Su función es unir la calle Ayacucho con el acceso a la ermita de Barranco, mientras que, al mismo tiempo, salva la quebrada y permite el paso por debajo de la Bajada de Baños de Barranco, un camino que conduce a las playas del distrito.

El nombre «Puente de los Suspiros» se deriva de la tradición popular que lo señalaba como un lugar emblemático para encuentros románticos y amantes, cargado de suspiros y susurros de amor.

Inaugurado durante la gestión municipal del alcalde Francisco García Monterroso en 1876, el puente fue testigo de momentos históricos durante la guerra del Pacífico, siendo destruido por las tropas chilenas después de la Batalla de Chorrillos en 1881.

La importancia cultural del puente se ve reflejada en la música, con la compositora Chabuca Granda dedicándole un vals peruano en 1960. En homenaje a esta figura, el municipio de Barranco colocó un monumento junto al puente. En diciembre de 2014, tras seis meses de trabajos de restauración, el puente fue reabierto al público, marcando una nueva era en su historia con una inversión de S/ 10 millones.

Muralla de Lima

La Muralla de Lima, erigida entre 1684 y 1687 durante el gobierno del virrey Melchor de Navarra y Rocafull, fue una estructura defensiva destinada a proteger la Ciudad de los Reyes de potenciales amenazas externas. Situada en lo que hoy son las avenidas Alfonso Ugarte, Paseo Colón, Grau y la orilla izquierda del río Rímac, esta muralla destruida en 1871, dejó su huella en el Parque de la Muralla y el baluarte Santa Lucía.

Su construcción no solo buscaba salvaguardar la riqueza de Lima, sino también resguardarla de la constante amenaza de piratas y corsarios que azotaban los mares durante el siglo XVII. Con casi 11,700 metros de longitud, 34 baluartes y 10 portadas, rodeaba el damero y el barrio del Cercado, dejando fuera del perímetro al actual distrito de Rímac. Además, generó cambios urbanos significativos, densificando la ciudad y definiendo la trama urbana en los siglos XVII y XIX, con la formación de Barrios Altos y la creación de ejes irradiados por sus portales.

Durante el siglo XIX, la muralla perdió su utilidad defensiva y fue demolido en gran parte para dar paso al Cementerio General y, posteriormente, se convirtió en un foco de basura y tugurios. El crecimiento demográfico hacia 1860 superó su perímetro, convirtiéndola en un obstáculo para la expansión urbana. Así, en 1871, el gobierno de José Balta decidió su demolición como parte de los programas de expansión urbana.

Hoy en día, las antiguas líneas de la muralla definen el Centro Histórico de Lima, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aunque pocos vestigios quedan, como los restos en el Parque de la Muralla y los baluartes de Santa Lucía, Puerto Arturo y Comandante Espinar en los Barrios Altos, que, aunque en su mayoría están en ruinas, aún ofrecen una ventana al pasado defensivo de la ciudad.